Reseña a “Teorías sobre la evolución de Mesoamérica”
Autor(a): Betsabé Piña
Morales
Año: 2020
Editorial: CIESAS -
CdMx
Ciudad/País: México
Idioma: Español
Colección: Leyendo a Palerm,
Ángel Palerm,
1977, “Teorías sobre la evolución de Mesoamérica”, Nueva
antropología. Núm. 7.
La XV Mesa Redonda de la Sociedad Mexicana
de Antropología celebrada en Guanajuato en 1977 tuvo como título “Los
procesos de cambio en Mesoamérica y áreas circunvecinas”. Fue en este marco
donde Ángel Palerm presentó el artículo que ahora reseño. En él, el
antropólogo de origen español, elabora una amplia reflexión en torno al
impacto de las teorías (como el difusionismo y el paralelismo) que abordan el
desarrollo de las culturas y su influencia entre ellas. Los diferentes
paradigmas, dentro de una sociedad en constante cambio, favorecen la
explicación sobre los diferentes fenómenos culturales y su
variabilidad.
Posteriormente, este trabajo se incorporó al
volumen “Antropología y Marxismo”. El análisis de Palerm, sobre un México
colonizado y las repercusiones globales, se entreteje con la historia, la
arqueología y la etnología. Sobre el sustento marxista, la complejidad
antropológica, tanto de su praxis política y científica, estudia las
sociedades del pasado y del presente.
Las culturas han seguido un
proceso autónomo de desarrollo. El impacto del evolucionismo facilitó la
discusión, primero para definir un esquema a manera de escalada desde el
comunismo primitivo, el esclavismo, el feudalismo y el capitalismo; pero
prontamente, se debatió la creencia etnocéntrica de las etapas de desarrollo,
las cuales no eran aplicables para todo el mundo, y dirigió su atención al
estudio de las sociedades no occidentales, favoreciendo el uso intenso de las
ideología marxistas, los modos de producción y las formaciones económicas.
Veinte años antes, Palerm había participado con otros interlocutores
(Wittfogel, Adams, Collier y Beals) en un simposio organizado por Steward en
1955 con una ponencia titulada “Las Civilizaciones Antiguas del Viejo y del
Nuevo Mundo”, reflexionando sobre las implicaciones de la aplicación del
concepto del modo asiático de producción a Mesoamérica y el Imperio
incaico.
Los estudios mesoamericanos representaron la posibilidad de
analizar la independencia del desarrollo cultural. De esta forma, los
asentamientos prehispánicos permitían la comparación con otras civilizaciones
del mundo y Palerm describe un modelo explicativo de desarrollo que integra
la relación de la economía con la naturaleza, caracterizadas como sociedades
agrarias complejas y preindustriales. Las condiciones ambientales, en
diferentes escalas, favorecieron la creación de sistemas agro-hídricos para
favorecer la producción requerida para la población. Así, Palerm destacó que
el desarrollo hidráulico implicó, por un lado, la división primaria y
esencial del trabajo social entre las comunidades agricultoras, relacionadas
directamente con un aparato tecno-administrativo ligado al mantenimiento de
las obras públicas; y por otro lado, la división secundaria de diferentes
especializaciones como tejedores, artesanos, etc. El sistema de organización
integró el desarrollo militar y religioso de carácter monopolista y despótico
el cual ejerció un dominio efectivo sobre las regiones periféricas. En este
debate sobre el desarrollo, la configuración de la ciudad también puede ser
cuestionada y enriquecida. Palerm señala que, a diferencia de las ciudades
europeas, las mesoamericanas no eran meras aglomeraciones de población, ni
las sedes donde se concentraba el poder político, comercial y religioso. En
este sentido, la arqueología se enriqueció con un nuevo panorama, cada vez
más lejos de su carácter descriptivo y secuencial.
A la llegada de
los españoles, Tenochtitlán tenía 78 edificios, mencionados por Fray
Bernardino de Sahagún, de los cuales algunos han sido identificados
arqueológicamente. La traza de la ciudad estaba dividida en cuatro barrios y
se extendía hacia la periferia por los sistemas de chinampas. Estas
características nos ejemplifican lo que implicó el dominio del sistema
lacustre, separando el agua dulce del agua salada en la cuenca de México, con
el que convivían los habitantes. Con los estudios de Apenes, Piña Chan,
Noguera, Palerm y Wolf se establecieron las secuencias cronológicas, y las
interacciones entre el patrón de asentamiento y los sistemas agrícolas e
hidráulicos de la cuenca de México. Estos estudios sentaron las bases para
sistematizar el conocimiento sobre la organización de los pueblos nahuas en
la cuenca de México; pero también se despertaron más incógnitas de las que se
hicieron cargo nuevos investigadores. Así, se abordó la relación de las obras
urbanas e ingenieriles; se identificaron los albarradones; se describió el
manejo no sólo agrícola, sino también de otros productos especializados para
la vida diaria, como la sal, y se describió el aprovechamiento de la
diversidad de la fauna. En conjunto, se pudo observar que el desarrollo
tecnológico potencializó el uso de los recursos y favoreció el dominio de la
Triple Alianza, su poder traspasó las barreras de los pueblos nahuas. Como
bien menciona Palerm, el conocimiento del pasado constituye aún un gran
enigma, pero el abordaje marxista nos permite comprender la particularidad de
su desarrollo basado en este modelo explicativo. Sin embargo, no dejaría de
lado el estudio de la cosmovisión que permite comprender la relación de los
habitantes con su entorno.
También hay que señalar que el proceso de
desarrollo y particularidades de las culturas mesoamericanas señalan un
enorme espacio geográfico que integraba a un gran número de afiliaciones
étnicas. Además de la cuenca de México, podemos poner el ejemplo de otras
culturas mesoamericanas como es la Mixteca Alta, región compuesta por un
paisaje montañoso que favoreció diferentes sistemas de terrazas que fueron
utilizados para uso agrícola, mediante un sistema de drenaje que favoreció la
calidad del suelo. De acuerdo a los diferentes registros, estos sistemas
podían abarcar desde la cima de los cerros hasta el fondo de los valles y
llegar a medir hasta 4 km de largo1. Quiero señalar que estos sistemas
pertenecen a sociedades-estado con una gran demanda demográfica, y bien
podrían coincidir con el modelo de sociedad agrarias complejas que señala
Palerm. Sin duda falta trabajar muchos esta región, en términos arqueológicos
y antropológicos.
Este modelo explicativo, finalmente, subraya
elementos de análisis desde la teoría y la práctica social, sin señalar un
criterio absoluto de verdad, sino una relación dialéctica que favorece la
comprensión de los procesos sociales. En este sentido, los modelos deben
explicar la realidad y no al revés, que los fenómenos se adapten y ajusten a
la teoría.
Este modelo no se agota aún, y no podemos dejar de
enfatizar por un lado, la necesidad que Palerm bien señalaba sobre desmarcar
las teorías que no nos permiten comprender la independencia cultural, ni
justificar la delimitación de los territorios políticos, explotados y
despojados. Hoy en día, y sobre todo por los hechos que acontecen, debemos
seguir haciendo hincapié en no favorecer teorías racistas ni clasistas. Sin
duda, las décadas anteriores estuvieron permeadas de la corriente crítica
marxista, Palerm propone un panorama amplio y su sólida aplicación para los
estudios del pasado comprendidos desde el presente.
Para citar: Betsabé Piña Morales. 2020. Reseña a “Teorías sobre la evolución de Mesoamérica”. México: CIESAS - CdMx