¿Pensamiento evolucionista hoy?
Autor(a): PaulinaRodríguez
Año: 2020
Editorial: CIESAS -CdMx
Ciudad/País: México
Idioma: Español
Colección: Leyendo a Palerm,


Palerm, Ángel. (2005). “Juristas y etnólogos”, En Historia de la etnología 2: Los evolucionistas. Universidad Iberoamericana/Colección teoría social. pp. 167-225. Los orígenes del registro etnológico tienen una estrecha relación con las teorías evolucionistas. A criterio de Ángel Palerm, este renace de dos grandes factores decisivos que fueron delineando un etnocentrismo creciente: 1) la nueva expansión imperialista de mediados del S. XIX, que reproducía lo ocurrido en los S. XV y XVI, pero ahora bajo un esquema de capitalismo industrial; y 2) el interés por el derecho comparado y la historia del derecho. El conocimiento del derecho fue una de las aspiraciones de universalidad que bajo la idea de un reordenamiento social homogéneo y racional, funge como principio ordenador de toda sociedad, presentándose así como una poderosa herramienta de uniformidad reglamenta. Por tanto, del acercamiento a la alteridad bajo esquemas de esta teoría universal resultaban interpretaciones evolutivas, que coincidían con las tendencias imperiales y colonizadoras de ese momento histórico. La institucionalización académica y profesional de la antropología como disciplina es el máximo resultado de la influencia de la historia de la etnología. Por ello Palerm dedica algunas páginas a la compilación de las principales influencias y postulados del pensamiento evolucionista, centrando su atención en los vínculos entre la etnología y el derecho. De esta manera, comienza en el año 1861 con dos importantes obras dedicadas a la evolución de la familia como institución social: El Derecho Materno de Bachofen y La Ley Antigua de Maine. Bachofen, con un método puramente histórico a partir de Grecia y Roma, intentó demostrar que en el proceso evolutivo de las instituciones familiares existió una cultura matriarcal. Con fundamento en una tradición mítica, concluye que la familia nuclear, monógama y patriarcal no era la forma originaria de la familia. Por otro lado Maine bajo un método también histórico, pero enfatizando el análisis comparativo, argumenta a partir del estudio de aldeas de la India y el Este de Europa que las sociedades primitivas estaban organizadas sobre el parentesco, formas de propiedad común y privada. Palerm resalta que el esquema evolutivo de Maine no es unilineal; al contrario sugiere caminos evolutivos distintos entre Oriente y Occidente. Tres años después de estas obras fue publicada La ciudad antigua de Fustel de Coulanges. Este toma una vez más como modelos a las instituciones de Grecia y Roma para desarrollar propuestas organizadoras en clases sociales y propiedad privada proponiendo que éstas segmentan el derecho de los bienes; su tesis central es en mostrar que la familia siempre ha sido patriarcal y se organiza por medio de la religión. En 1865 surge una de las propuestas más detalladas del evolucionismo social unilineal con El Matrimonio Primitivo de McLennan, quien estableció importantes ideas en la época, como el método de estudio de las supervivencias más antiguas en las sociedades modernas. Sin embargo queda bastante limitado porque su investigación carece de trabajo de campo y solo se centra en ejemplos etnográficos de Asia. Esta será una característica de la estrechez intelectual de la escuela británica. Siguiendo los postulados más influyentes de la época victoriana, Palerm incluye en esta compilación uno de los argumentos que describe como una versión popular de la etnología, destinada a explicar la inferioridad “natural” de los pueblos, y justificar ideológicamente el imperialismo. Se trata de las propuestas de Lubbock, en cuyas obras, Tiempos Prehistóricos (1865) y El Origen de la Civilización (1870) se empeña en mostrar estadios de razas inferiores que en numerosas ocasiones iguala con hábitos de animales, justificando, por ejemplo, que si en la vida salvaje no existen crímenes como en las sociedades civilizadas, ello tampoco resulta meritorio, ya que en la vida primitiva carecen de tentaciones. Inequívocamente Palerm tacha esta postura como racista, colonialista y deshumanizante al tiempo que muestra sus contrapesos teóricos desde la escuela norteamericana con Boas y Malinowski. Hasta aquí considera Palerm que se ha desarrollado una propuesta en la etnología más o menos unificada, fundada en utilizar métodos históricos y comparativos. Los estudios sobre la evolución del campesinado también tuvieron un lugar importante en éste proceso analítico. Kovalevski desde la escuela rusa discute el origen asiático de la comunidad rural. Esta escuela es considerada por Palerm como la más importante del mundo; mientras que en España, se desarrolló el colectivismo agrario (1898) con su exponente Joaquín Costa. Ambos países, ubicados en la periferia del desarrollo industrial europeo, contaban con una tradición fuertemente agraria. Sin embargo, como señala Palerm, los estudios del campesinado, a pesar de ser clave en la historia de los movimientos políticos del S. XIX y en el cambio de las relaciones sociales de la industrialización y el capitalismo, fueron abandonados por la etnología. Pues esta disciplina puso sus esfuerzos e interés en el estudio de los llamados pueblos primitivos. Para finalizar los aportes más relevantes del evolucionismo social, Palerm concluye con Henry Morgan, de quien destaca sus aportes al estudio de los sistemas del parentesco a partir de su trabajo con los iroqueses, mencionando igualmente las fuertes críticas antirracistas de la escuela boasiana, la cual comienza a predominar dentro de la teoría etnológica de principios del siglo XX. Con Morgan, Palerm cierra la época del evolucionismo, resaltando las formas de gobierno y propiedad de sus postulados y sentando las bases del pensamiento para teorías de mucha concurrencia, como es el marxismo. Si bien, los argumentos en materia de teoría evolutiva pudieran parecernos a destiempo en nuestro entorno contemporáneo, donde ni éticamente ni metodológicamente resultan productivos para un análisis social, es posible inferir numerosas propuestas actuales con fundamento en el evolucionismo. Lo que nos deja ver Palerm es que el modo interpretativo de la teoría evolucionista resalta firmemente el racismo y clasismo que justifica profundos anclajes de estratificación social que dan sustento a ordenamientos políticos y económicos. Esta es la finalidad de la teoría evolutiva social que por mucho se aleja de la teoría evolutiva biológica, donde el concepto evolución está enfocado a señalar procesos de adaptación y no a la jerarquización de las especies. Por tanto, podemos concluir que la propuesta social del evolucionismo, es un proceso que se parece más a una ramificación de diversas tendencias de sucesos, dispares y complejos, que a una propuesta unilineal y patriarcal. Las aspiraciones al universalismo junto a la normatividad jurídica actual reiteran postulados que ya creíamos superados. Por ello, lo inimaginable de este ejercicio fue leer acerca de los evolucionistas y encontrarme con un espejo de antecedentes que no han perdido el hilo hasta nuestros días. Infantilizar a otras poblaciones y ubicarlas dentro de una escala jerárquica del desarrollo hegemónico, es construir propuestas con ideas muy cercanas a los prejuicios coloniales de Lubbock, reivindicando de esta manera la aplicación monolítica de una sola alternativa jurídica cuando las posibilidades de coexistencia normativa existen, desde siempre, en caminos diversos. Los postulados del evolucionismo encuentran hoy trincheras muy específicas de justificación imperialista, que aún no dejan atrás el yugo colonizador que les dio origen.

Para citar: PaulinaRodríguez. 2020. ¿Pensamiento evolucionista hoy?. México: CIESAS -CdMx